lunes, 8 de septiembre de 2014

LA MUERTE TOCÓ A LA PUERTA

La muerte le llegó a ese ser tan especial que era como un eje que hacía girar tu existencia. Puede haber sido el triunfo de esa terrible enfermedad larga y catastrófica; o se mató en un accidente inesperado que le destrozó la esperanza de vivir; o su cuerpo fue el que colapsó sin tiempo para pedir ayuda; o la horrible violencia callejera le robó sus sonrisas para siempre; o decidió suicidarse al perdérsele el ritmo en su danza con la vida. Funeral, llanto, ceremonia de abrazos, palabras huecas. Despedida. Duelo. Soledad. Es importante saber que todos los procesos de pérdida pasan por etapas de duelo aunque las etapas puedan ser diferentes dependiendo de la reacción muy personal ante una pérdida irreversible. La primera etapa es la negación; en la segunda suele aparecer el coraje, la estupefacción, la rabia o la desesperación. Entonces, con el transcurrir de los días y las noches de luto, llega la resignación y la aceptación. Y así, se completa el proceso de luto. El primer paso en toda esta angustia es compasión y paciencia contigo. Si deseas llorar, gritar, desesperarte, hazlo. Si para ti cada amanecer implica un sacrificio poder abrir los párpados porque a tu corazón roto se le hace casi imposible latir, te recomiendo que pidas ayuda. A mi oficina ha llegado la tragedia de pazsientes que enfrentan una pérdida irreparable y no saben cómo solucionar esa desesperación dolorosamente inenarrable hasta que pueden reconocer que esa rasgadura emocional es igual a una profunda herida sangrante. En su momento aparecerá la cicatriz del recuerdo pero su herida ya no sangrará más. Si vives una pérdida irreparable y tus días transcurren como si fueran noches oscuras del alma y tú ahí viviendo pero sin idea de cómo seguir danzando con tu vida, te recomiendo que busques ayuda profesional y si deseas puedes llamarme, cuenta conmigo. También te recomiendo que encuentres grupos de apoyo relacionados con eventos de pérdidas. En su momento te llegará esa sensación de que el nudo de dolor absoluto se desató aunque tú sepas que en tu alma su recuerdo nunca será de ausencia. Dra. Elina Guisasola Oficina 787-793-4307